jueves, 28 de junio de 2018

Abrazos de amateurs


Nico, cabeza levantada y ojos bien abiertos, la cruza de derecha a izquierda y ahí viene ella rodando a mi encuentro, relojeo al portero y al lateral que me venía cerrando; un rápido recuerdo del recreo del colegio José Manuel Estrada y esos arcos pintados sobre los ladrillos desalineados me invade, elevo mi pierna más marxista para sacudir cuando siento una voz interior, algo alemana, sí señor, mi primer ídolo, el Gaby Steimbach que me susurra “enganche y primer palo nene”. Cumplo con la primer parte del consejo y cuando iba a ejecutar la segunda, me cruzan vehementemente a la altura de la rodilla. Silbatazo del referí y penal para Estudiantes de Coronel Suárez.

Antes de eso hay una previa, o años de previa. Todo comienza, como comienzan las cosas interesantes, en charlas de bar. En la búsqueda de formar un equipo con los estudiantes que emigraban de Coronel Suárez, nuestro pueblo natal, a Buenos Aires en busca de formación universitaria. Varios pioneros de veintilargos años nos comentan a los más mancebos de 18, de la idea de juntarnos y participar en el torneo de fútbol amateur de la Universidad de Buenos Aires. Así fue como un 3 de marzo del 2003 debutaba Estudiantes de Coronel Suárez, un nombre simple pero descriptivo desplazando en la votación a Los Soldados del Coronel, quizá un tanto más original pero muy bélico para estos simpáticos entusiastas.

Año tras año morábamos plácidamente en la última categoría del torneo de fútbol amateur con alti-bajos permanentes. Altos cuando de ingesta de cebada para recuperar energías se trataba, bajos cuando en la facultad había vacaciones de invierno, gran parte del equipo se iba a nuestra ciudad de origen y el equipo quedaba diezmado. Este sábado de julio del 2008 era uno de esos días, éramos solo 11 jugadores y el director técnico, la particularidad de la fecha hizo que coincidiéramos varios de los que más temporadas con el equipo teníamos, ya formando una amistad que excedía la verde gramilla.

“Resignó la mitad de su contrato, alrededor de 3 millones de verdes, para volver al club de sus amores”; “Mengano dejaría de cobrar 3 mil millones de patacones que le debe el club a cambio de la venta al Spartak de Moscu en 15 millones de euros”- Y así podemos enumerar cantidad de situaciones donde los medios buscan captar la sensibilidad vacua del hincha en base al famoso amor a la camiseta. No señor. Amor a la camiseta es tomarse el colectivo 37 a las 8 de la mañana de un sábado que no pasa los 5 grados, con la música del boliche a cuestas, 60 minutos de sueño profundo y hasta quizá, resignando la calidez de alguna compañía amorosa.

Retomando el párrafo inicial del relato, el penal se cambió por gol gracias al empeine izquierdo de Lucho y empezábamos ganando un difícil partido contra Barrilete Cósmico. Ese memorable once inicial con Bichoverde en el arco, una férrea línea de 4 con el Toro, Cadena, Ingles y Tito; Nico Lucho Nacho y quien les habla en el medio, Gavilán y Peggy arriba iban a ver como todo empezaba a desmoronarse 5 minutos después.

La suerte nos iba a jugar una mala pasada, en menos de un minuto Gavilan iba a sufrir un desgarro que lo sacaba de la cancha, y una vehemente entrada de nuestro lateral izquierdo iba a ser castigado con tarjeta roja por el hombre de negro. Estudiantes se quedaba con dos jugadores menos que el rival con mucho tiempo por recorrer.

Como las malas suelen venir en manada, del tiro libre que produjo la roja, llego un centro envenenado al punto del penal, parietal izquierdo del 2 rival y empate transitorio en la cancha número 3 de Ciudad Universitaria. El clima parecía acompañarnos en la caída, y a los bajos grados se le agrega un viento penetrante, que hace que uno se replantee fuertemente la decisión de emigrar del somier una hora antes.

El DT Macana resigna un delantero y propuso un 3-4-1 como sistema táctico para aguantar el empate hasta que terminase ese primer tiempo con vaivenes de todo tipo y alejar los fantasmas agoreros de una mayor tempestad.

Al reinicio del partido, el rival quedó en nuestro campo, atacándonos de manera constante, dada la superioridad numérica. Pasaban los minutos y nuestro equipo iba sintiendo una merma física importante, con jugadores de nula fidelidad al entrenamiento pero muy ordenados tácticamente. El reloj corría y el equipo gestado en el sudeoste de la provincia de Buenos Aires se empezaba a aferrar al empate.

Pero el Peggy, el único y aislado delantero de nuestro equipo, tenía otros planes. Recibe de espaldas un despeje fortuito en mitad de cancha, gira a su izquierda y en una baldosa deja dos rivales atrás. Sus 157 cm le permitieron ver que el arquero estaba adelantado, ya cruzando la mitad de cancha saca un teledirigido de su pierna zurda que iba a volar 55 metros y tras saltear cuanto contrincante haya vía área, se iba a colar en el fondo de la red. Golazo. Gritos. Abrazos.

Los últimos diez minutos de partido fueron una sucesión de ataques para buscar el empate de ellos, y despejes desesperados nuestros esperando el final. Final que llegaría para toda la alegría de Estudiantes, para enfundarnos en abrazos de amateur, de cansancio y satisfacción, con el premio de tener una anécdota heroica para contarle a nuestra descendencia, de un grupo de amigos que desafió la inferioridad numérica con el corazón.

No es una historia de un partido definitorio, no fue una final ni una lucha por la permanencia. Fue un partido más en un torneo de 19 fechas, Estudiantes no estuvo ni cerca de salir campeón, absorbidos en la intrascendencia de la mitad de tabla de un año cualquiera, pero imborrable para la memoria de esos doce compañeros que terminaron compartiendo mucho más que la cerveza post partido.

martes, 20 de diciembre de 2016

En Instagram / En la vida real (O en los medios / Gobernando)




Estas son algunas de las promesas incumplidas, que en otro contexto no dejarían de ser eso: promesas incumplidas. El agravante de este panorama en el primer año de gestión Cambiemos es el flagrante incremento de la deuda externa, no solo a nivel nacional sino también en varias provincias.  Solo a nivel nacional aumentó en 50 mil millones de u$d. Además con una doble problemática, tanto en la composición de la deuda (cambiar deuda interna, con organismos, por externa) como en aceptar cláusulas o intereses más leoninos.

No estamos en contra de tomar deuda per sé (?), cuando la misma es para cambiar o diversificar una matriz productiva, sentar bases de infraestructura para el desarrollo de actividades industriales o mejorar sustancialmente las condiciones de salud, vivienda o educación de la población. Lo preocupante en el caso puntual de este año es que la deuda financió la fuga de capitales y la timba financiera, ciclos que hemos visto repetirse muchas veces a lo largo de nuestra historia. Y el flujo de la deuda es un tema de vital importancia, que solo se impone en la agenda cotidiana una vez que explota todo.


No es Martinez de Hoz. Ni Cavallo. Ni Menem. Ni De la Rúa. Ni Macri. Es el neoliberalismo.

@Maurelo

jueves, 1 de septiembre de 2016

1975 ?

Releemos a Diego Rubinzal en su libro de historia económica…

El deceso de Perón hirió de muerte al pacto social y a uno de sus principales impulsores: José Gelbard (…) El histórico Gomez Morales lo reemplazó al frente de la cartera económica. Para el nuevo ministro los desequilibrios económicos eran el resultado de un exceso de demanda agregada y de un déficit presupuestario financiado con emisión monetaria.

El ministro apelo al recetario clásico: política monetaria contractiva (suba de la tasa de interés) para restringir el circulante, disminución del crédito a las empresas públicas y sectores promocionados y un ajuste fiscal, que incluyó incrementos de las tarifas públicas y reducción de la inversión pública.

Gomez Morales también apostaba al ingreso de capitales extranjeros (…) El persistente déficit comercial obligó al ministro a practicar una fuerte devaluación (…) Los empresarios comenzaron a desviar sus excedentes hacia la especulación financiera e inmobiliaria, limitando severamente la reinversión productiva.



2016 ?

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Japón




Para algunos, una potencia imperialista de Medio Oriente; para otros el oasis de la tecnología, un país lejano con población de rasgos familiares o la organización a niveles estratosféricos que solo la vulnera una catástrofe. Para el futbolero, Japón es el anhelo máximo de satisfacción que puede existir. Es la Meca.

Con una particularidad que lo vuelve popular: el 90% de los equipos argentinos cree que puede llegar en algún momento. Y si nos dirige aquél y mantenemos la base, quien te dice con la venta de un pibe de inferiores traemos 3 figuras, con una inversión de un jeque árabe (?) o haciendo de la localía un fortín donde el rival se vaya como los invasores ingleses del siglo XIX. Ilusiones para todos, acceso real para pocos.

Para los que superamos la barrera de los 30, ser de River fue durante gran parte de nuestra vida nutrir de jugadores a la selección, salir campeón cada 3 días, tricampeón, tirarse un pedo y clavarla al ángulo, ser primer mundo en un contexto social que descendía a diario. Fuimos forjando una soberbia individualista - en un deporte grupal -  que no nos dejó parar a tiempo la debacle paulatina de la segunda mitad de los 2000. Entre canjes inescrupulosos, barras, periodistas y dirigentes al servicio de sus bolsillos, refuerzos envueltos en humo y caprichos dañinos nos fuimos desperdigando en pedacitos.

De imaginarlo como decantación en los 90, quedaba mucho más lejos Japón de los más de 18.000 km que lo separan de Buenos Aires en el debut en la B Nacional contra Chacarita. Se multiplicó el Riverplatense copando canchas y hoteles en cada excursión al interior del país, no ya como una cultura del aguante boba sino como una recuperación de la identidad colectiva que nos permita volver a ser.

El resto de la historia reciente es conocida. Ramón, Ramirazo, Campeón local, Muñeco, Parapam, #2VecesEn6Meses y la final con Tigres que 19 años después nos devuelve al aeropuerto Narita de Tokio. Entre lágrimas, lluvia y abrazos me puse a pensar en aquella tarde contra Chacarita. Y lo disfruté un poco más.


Fuimos muchos, con diferentes grados de participación y responsabilidad, los que ayudamos a reconstruir esos pedacitos en cimientos para volver a ser. Y somos muchos los que tenemos la obligación de crear conciencia manteniendo la memoria en los más jóvenes de la importancia deportiva y social del más grande, exigir a los que mandan y controlar las decisiones que se tomen, con el norte siempre en el éxito colectivo. Para no volver, a caer.

@Maurelo